«El Homo Sapiens triunfó sobre el resto de los homínidos por sus habilidades sociales». Yuval Noah Harari.

Carlos Molina Medrano

Introducción

Este breve artículo es un intento «zigzagueado» de ir a la historia para responder preguntas con las que se intenta comprender el fenómeno llamado “revolución emocional”. Parece ser que hablar de emociones, salud mental y disposición social en El Salvador se acrecentó durante y después de la pandemia por la enfermedad COVID-19. Tal como se ha advertido en varias ocasiones, el desarrollo de la capacidad pro social es un proceso complejo que se ve influenciado por una serie de factores, que incluye las emociones, las relaciones sociales y el entorno.

El término «revolución emocional» fue propuesto por primera vez por el psicólogo y escritor estadounidense Daniel Goleman en su libro «La Inteligencia Emocional» (1995). Goleman argumentó que la inteligencia emocional es un conjunto de habilidades que nos permiten entender y regular nuestras emociones, así como las emociones de los demás. Estas habilidades son esenciales para el éxito en la vida personal y profesional.

Breve recorrido histórico sobre las compresiones de las emociones y lo socioemocional

Antes de la edad antigua, según Harari (2014), lo que ahora se pueden conocer como las habilidades sociales fueron un factor clave en el éxito de los humanos. Los humanos son animales sociales que se han adaptado a vivir en grupos grandes y complejos. Estas «habilidades sociales» les permitieron cooperar entre sí para cazar, recolectar alimentos y protegerse de los depredadores. Este factor fue uno de los que determinó, según el historiador, la premienencia del Homo Sapiens sobre los otros omínidos. En las formas de relacionamiento debió exisitir una capacidad de control emocional muy fuerte para poder desplegar esa disposición de supervivencia.

Edad Antigua

Las primeras civilizaciones ya tenían una comprensión rudimentaria de las emociones, y las consideraban un aspecto importante de la vida humana. Por ejemplo, los antiguos griegos creían que las emociones eran causadas por los humores corporales, y que cada emoción estaba asociada con un humor específico. Por ejemplo, Aristóteles (siglo IV a. C.) creía que la alegría estaba asociada con la sangre, la tristeza con la bilis negra, la ira con la bilis amarilla y el miedo con la flema.

Edad Media

En la Edad Media, el interés por las emociones continuó, pero se centró en su aspecto moral. Los filósofos medievales creían que las emociones podían ser positivas o negativas, y que era importante controlar las emociones negativas para vivir una vida moralmente virtuosa. Para Santo Tomás de Aquino (siglo XIII) las emociones eran causadas por la voluntad, y que debían ser controladas por la razón.

Edad moderna

En el Renacimiento, periodo de transición entre la Edad Media y los inicios de la Edad Moderna, el interés por las emociones se expandió para incluir su aspecto psicológico. Los filósofos y científicos renacentistas comenzaron a estudiar las emociones desde una perspectiva más científica, y trataron de comprender cómo se originaban y cómo influían en el comportamiento humano. René Descartes (siglo XVII) creía que las emociones eran causadas por la interacción entre el cuerpo y la mente.

Charles Darwin (siglo XIX), creía que las emociones eran adaptaciones evolutivas que ayudaban a los humanos a sobrevivir y reproducirse. Para Darwin, las emociones surgieron a lo largo de la historia evolutiva como una forma de ayudar a los humanos a responder a su entorno de manera efectiva. Por ejemplo, la emoción del miedo ayuda a los humanos a evitar el peligro. Cuando un humano siente miedo, su cuerpo libera hormonas que preparan al cuerpo para la acción. Esto puede incluir acelerar el ritmo cardíaco, aumentar la respiración y preparar los músculos para el combate o la huida. Estas respuestas físicas ayudan al humano a escapar del peligro o a defenderse de él.

William James (1842-1910) creía que las emociones eran causadas por las creencias y pensamientos de las personas. En su obra «Las emociones básicas», James sostiene que las emociones no son causadas por los cambios físicos, sino por las creencias y pensamientos de las personas sobre esos cambios. En el siglo XX, los psicólogos Jean Piaget y Lev Vygotsky desarrollaron teorías sobre el desarrollo cognitivo y social de los niños. Estas teorías enfatizaron la importancia de las interacciones sociales para el aprendizaje y el desarrollo.

Jean Piaget (1896-1980) creía que el desarrollo cognitivo y social de los niños se produce a través de una serie de etapas. En su obra «El desarrollo de la inteligencia en el niño», Piaget sostiene que las interacciones sociales son importantes para el desarrollo de las habilidades cognitivas y sociales de los niños.

Lev Vygotsky (1896-1934) creía que el desarrollo cognitivo y social de los niños se produce a través de la interacción con otros. En su obra «El desarrollo de las funciones psicológicas superiores», Vygotsky sostiene que las interacciones sociales proporcionan a los niños los andamios necesarios para el desarrollo de sus habilidades cognitivas y sociales.

En la década de 1970, Urie Bronfenbrenner desarrolló el modelo ecológico del desarrollo humano, que sostiene que el desarrollo humano es un proceso que ocurre en un contexto de sistemas interconectados. Este modelo enfatiza la importancia de los factores sociales y ambientales para el desarrollo humano. Bronfenbrenner sostiene que los factores sociales y ambientales pueden promover o inhibir el desarrollo humano, entre ellos los emocionales.

Un intendo de concluir

Parece ser que lo emocional no es una noción reciente en la busqueda de entender el desarrollo de las personas y de lo humano, esta búsqueda de compresiones de la disposición social y lo emocional se remonta a la etapa menos organizada de las sociedades humanas y se ha desarrollado a lo largo de los siglos. El creciente interés en la educación socioemocional en las últimas décadas ha dado lugar a un mayor énfasis en el papel de las emociones y las relaciones sociales en la sociedad. La escuela y la familia podrían ser, al entendimiento de Bronfenbrenner Piaget y Vygotsky en específico, las instituciones fundamentales para propiciar la adquisición de habilidades socioemocionales desde edad temprana. Algo que se logra más que en pizarras o en dispositivos electrónicos, en las interacciones con la comunidad educativa y los miembros de la familia.

Es más, es posible que la separación de la disposición social y propiamente lo emocional sea lo menos relevante en el debate. De lo social se adquieren capacidades para desarrollar lo emocional. En principio tadas las pesonas de manera innata sienten emociones, emociones básicas planteó James, alimentada por las percepciones, sin embargo, la modulación o gestión de ellas, que se aprende socialmente, es determinante para la motivación (desarrollada interiormente por el ser humano), la comunicación (de la persona hacia los demás) y la socialización (desarrollo de las emocioniones para la disposición social).

Referencias

Aristóteles (1985). Ética a Nicómaco (trad. J. Muguerza). Madrid: Gredos.

Bronfenbrenner, U. (1986). Ecological systems theory. In R. Vasta (Ed.), Six theories of child development (pp. 257-299). New York: Wiley.

Darwin, C. (1872). La expresión de las emociones en los animales y en el hombre. Madrid: Alianza Editorial.

Descartes, R. (2005). Meditaciones metafísicas (trad. J. L. Echarte). Madrid: Alianza Editorial.

Goleman, D. (1995). La inteligencia emocional. Barcelona: Kairós.

Harari, Y. N. (2014). Sapiens: De animales a dioses. Barcelona, España: Debate.

James, W. (1884). What is an emotion? Mind, 9(34), 188-205.

Piaget, J. (1967). El desarrollo de la inteligencia en el niño / Jean Piaget. Madrid: Morata.

Santo Tomás de Aquino (2002). Suma teológica (trad. P. Caramelo). Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos.

Vygotsky, L. S. (2009). El desarrollo de los procesos psicológicos superiores Buenos Aires: Crítica.

El interés histórico por comprender lo socioemocional
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