Rita María Grimaldi Calderón | Especialista en Psicología Clínica y Coordinadora del CEAP de FUNPRES.
El duelo es la respuesta natural a la muerte de un ser querido, de un animal o incluso ante la pérdida de algo. De tal forma que el duelo es una experiencia universal que afecta a todas las personas, pero al mismo tiempo es un proceso único e individual, ya que cada persona lo vive y lo manifiesta de manera diferente (Worden, 2018).
La comprensión y el manejo del duelo depende del desarrollo intelectual de los niños y niñas. Hoy brindaremos algunos insumos que nos permiten comprender cómo asimilan la pérdida desde su nacimiento hasta la adolescencia.
Los bebés y el duelo
De acuerdo con Sula Wolf (1970), al momento de nacer, entre los 0 y 2 años, el desarrollo intelectual en esta etapa se denomina del “adualismo al dualismo”. Los sentidos del bebé están plenamente desarrollados, sin embargo, todavía no son capaces de reconocer objetos ni personas. Por lo que viven en un estado de adualismo, que no les permite distinguir entre su mundo interior y el mundo exterior.
Entre 0 a 7 años, el pensamiento pasa a ser animista. Es decir que antes de los 7 años, el niño y la niña vive en un mundo egocéntrico, en el que no puede imaginarse el punto de vista de ninguna otra persona. Las explicaciones que se da de los acontecimientos del mundo físico son animistas. Todas las cosas están vivas y sienten y piensan como él mismo. Los acontecimientos no tienen causas naturales, ni objetivas.
De 2 a 4 años
Entre los 2 y 4 años, los niños y niñas no comprenden qué es la muerte, ni lo que significa morir de manera permanente, ya que ellos y ellas tienden a vivir más en el presente. De tal forma que existe la probabilidad que hagan las mismas preguntas, o que expresen su dolor a través de conductas regresivas, es decir que vuelven a manifestar conductas que ya se habían superado, por ejemplo: orinarse en la cama, chuparse el dedo. Asimismo, pueden manifestar irritabilidad, dificultades para dormir, etc. Por lo que ante una pérdida se recomienda continuar con las rutinas y jugar.
De 4 a 7 años
A esta edad, el desarrollo intelectual de los niños y niñas se le conoce como “pensamiento mágico” Los niños de esta edad todavía podrían ver la muerte como reversible e incluso pueden sacar conclusiones incorrectas sobre la causa de la muerte. También tienden a hacer muchas preguntas concretas, por ejemplo: “¿Cómo murió?”. “¿Qué le pasará ahora?”.
Algunas de las expresiones de duelo pueden ser las pesadillas, conductas regresivas, cambios en el sueño y la alimentación, juego violento, adoptar papel de la persona que murió. Para estas situaciones se recomienda motivarles a expresar sus emociones a través del juego, películas, historias, cuentos infantiles con dibujos y hablar de la persona difunta.
De 7 a 13 años
En esta etapa los niños y niñas ya elaboran pensamientos concretos y son capaces de utilizar la lógica para llegar a conclusiones. De tal forma que pueden realizar preguntas con el objetivo de querer saber más sobre qué es la muerte, por qué se murió la persona, cómo sucedió la muerte, etc.
Los niños en edad escolar suelen hacer preguntas específicas y podrían querer saber los detalles. También podría preocuparles la manera como otras personas responden a la muerte. Quieren saber cuál es la manera “correcta” de responder y están empezando a tener la capacidad de llorar, comprender y reconocer el llanto en los demás.
Por lo que algunas expresiones de un mal manejo de emociones son: las conductas regresivas, problemas académicos, problemas con sus relaciones sociales, dificultades para comer, para dormir, preocupaciones de enfermedades que los puedan llevar a la muerte.
De 13 a 18 años
A partir de los 13 años, las personas son capaces de utilizar la lógica para llegar a conclusiones abstractas, por lo tanto, los y las adolescentes tienen un concepto de la muerte mucho más “adulto”. En estas situaciones el mal manejo de duelo se puede reflejar en tristeza extrema, que puede desembocar en depresión y conductas suicidas, negación, desarrollo de conductas de riesgos (consumir alcohol, drogas, etc.), mal comportamiento e incluso mala gestión de emociones como el enojo, la irritabilidad, entre otros.
Para cada etapa es necesario que el niño y la niña reciba atención y sea escuchado por sus padres o cuidadores. También es aconsejable asistir a terapia psicológica para que desarrolle las mejores herramientas socioemocionales que le permitan afrontar esta situación presente y futuras.
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Referencias
Child Mind Institute (2021). Ayudar a los niños a enfrentar el duelo: guía para padres, cuidadores y educadores.
Wolf, S. (1970). Trastornos psíquicos del niño: causas y tratamientos. Madrid: Siglo XXI Editores.
Worden, W. (2018). Grief counseling and grief therapy: a handbook for the mental health practitioner. New York: Springer Publishing Company.